martes, noviembre 07, 2006

Los fósiles de Tehuacán

Los fósiles de Tehuacán.
Una practica sobre superficie
Son las seis de la mañana; toma el último sorbo de un fuerte café‚ me alisto para salir hacia el pequeño desierto de Puebla, donde el tiempo sembró un campo de fósiles del Cretácico Superior. Expresión de un lejano tiempo; fósiles que quedan como recuerdo de una antigua vida; extrañas formas de mantener presente una época perdida, en la noche de la alquimia geológica. Pareciera que los viejos alquimistas tenían algo de razón, la materia se trasmuta y es gracias a esta transformación que hoy tenemos recuerdos palpables de un mundo del que solo nos queda la presencia de piedras impregnadas de tierra.
Ovidio escribe en su metamorfosis que las tierras han surgido del fondo de los mares, el mar ha invadido la tierra firme, esto debido al testimonio de haber encontrado conchas marinas tierras adentro. Si bien el término de fósil es creación de Plinio, la palabra esta compuesta de tres raíces una significaría "antiguo", la otra "ser" y por ultimo “razón” para Plinio designa objetos extraídos de la tierra. Orígenes y leyendas se mezclan en una tradición extraña pero presente en su objeto.
Los contrastes de la carretera el “modernismo atrasado” de la “súper” a Puebla me pregunto porque no se le dejo un amplio camellón con árboles en el centro y a los lados y no una simple barda para beneficio de las fabricas de cemento. Creó que fue la misma lógica del desperdicio que se presenta en la ampliación de la carretera de Xalapa al puerto de Veracruz, bueno realmente al aeropuerto, en este caso se añade el interés político del gobernador, solo al puerto aéreo, para el lucimiento en la vista del “Tlatuani” en turno. Está en las afueras de la ciudad “ombligo del mundo” -México -Tenochtitlán-, se tiene la visión de una isla de cemento que se desborda y se apropia de las altitudes.
Al llegar a Puebla seguimos por las afueras, cruzamos a un lado del estadio de fútbol; antes, cuando era pequeño, sé podría considerar bello, pero ahora, ante la necesidad de un mundial, lo transformaron en un edificio de sobre puestos: hoy da la impresión de un multifamiliar, feo y grandote.
Al alejarnos de Puebla, la carretera se reduce y de autopista queda un camino de transporte pesado, con sus baches y su mal pintada carretera; el paisaje es una larga planicie que se desliza hasta llegar al limite de la meseta del Anáhuac. Es el último valle de altitud, en sus límites se encuentran los descensos hacia las costas de Veracruz y las tierras de Oaxaca, vamos hacia el terreno que conforman las lejanas sierras de la cañada.
El espíritu de aventura se pierde en medio de lo cotidiano, la postmodernidad nos aleja de los antiguos espacios de la aventura, nos encierra en un mundo de concreto petrificado, no queda nada de la “inventica” y el descubrimiento es como los espacios que se reducen a una hoja de una vieja maquina de escribir.
Los paisajes cambian, se transforman y desaparecen de la memoria. En fin, después de avanzar por un paisaje lunar donde los “órganos” forman filas de guerreros alineados en las barrancas desérticas, la carretera serpentea y nos acerca a un mundo tan distinto que pensamos que nos encontramos en otro lugar mucho mas alejado, en lugar de en las afueras de Tehuacan. Tehuacán quiere decir “lugar de culebras”, para otros significa “vamos deprisa”.
El viejo Herodoto cuenta que los sacerdotes egipcios creían que todo el valle del Nilo, hasta Etiopía había estado, en tiempos pasados, cubierto por las aguas del Mediterráneo, como lo atestiguan las conchas que se encontraban en las montañas. Es lo que espero encontrar.
Con la transformación de los paisajes, yo no logro encontrar la entrada al desierto de fósiles, es como si perdiera la memoria visual y conservara un recuerdo amorfo, sin marcas de referencia que me permita reconstruir el camino; pienso que acaso no existe el lugar, que solo es producto de un recuerdo que no logro determinar con precisión; debe haber algo que me permita encontrar el camino. Después de muchos retrasos logro el objetivo, entramos por una terracería, el polvo nos cubre con su blanco manto, me doy cuenta que el tiempo también tiene olores y sabores, no recordaba el sabor salino de la tierra y el olor de los cuerpos sudorosos.
Me enfrento a lo que los eruditos denominan un proceso de fosilización, es curioso pensar que los compuestos orgánicos de un organismo vivo sean reemplazados por otros minerales. Un proceso de sustitución molécula a molécula, si bien en forma general sólo se fosilizan las partes esqueléticas de los organismos perdiéndose los tejidos y órganos blandos. El polvo de la carretera es tan fino que empieza a entrar por todos los resquicios del auto y de mi cuerpo, lo siento en la nariz y el coche empieza a toser, se ha metido polvo dentro del carburador, hay que limpiar algunos conductos para que entre aire y lograr la carburación y su funcionamiento.
Un empujón y logramos que encienda el motor del "vocho", recuerdo mis notas, entre ellas sobre el proceso geológico que permite la fosilización: a) que los restos orgánicos se acumulen en un área de sedimentación; b) que la sedimentación se realice con cierta velocidad, para que cubra los restos en corto tiempo, evitando que se destruyen; c) que los sedimentos sean de tal naturaleza que permitan su acumulación.
Llegamos a un lecho de un río seco, caminando unos pasos y el escéptico Carlos, sobresaltado, dice “... claro, ya veo un fósil”, se agachá y lo recogió. Avanzamos unos 40 mts. hasta ubicarnos en medio del lecho; todos los que íbamos empezamos a recoger muestras diferentes fósiles. Antonio se acercó y me dijo, “bueno tienes razón, el 'ver' es una forma que se adquiere, hay que estar preparados para poder distinguir entre una piedra y un fósil, ya que tienen el mismo color pero son claramente distinguibles por su dureza y sobre todo por su forma, es simple cuando se encuentran sobre el lecho, pero me pregunto si también se encuentran en las paredes del lecho; bueno le conteste observemos; y nos acercamos a la pared, donde claramente descubrimos diferentes fósiles. Debí hacer un dibujo de los diferentes estratos que se localizan en la pared, según la recomendación de mi maestro Gandara, pero no creo que estuvieran muy claras las diferentes secuencias, como recuerdo que se presentaron en clases de Arqueología. En una visita que había hecho antes a esta zona, encontré‚ una formación de tierra y fósiles, y al verla récord‚ lo que decía Levi-Strauss sobre las estructuras, así que caminamos por el lecho a una pequeña distancia y encontramos una formación que rompía la continuidad del paisaje; era una estructura distinta que brotaba del lecho del río, era muy dura y claramente se distinguía como una estructura diferente al resto del paisaje. Con un buen golpe de mis botas pude romper un trozo y se pudo observar con mucha mayor claridad que en verdad era una estructura formada por fósiles y tierra compactada, los fósiles eran de diferentes tamaños, como de cuatro especies diferentes, pero algunas muy deterioradas; el hecho me lleno de alegría, sí, en forma afirmativa dentro de la homogeneidad de la superficie, brotan estructuras, reconozco mi ignorancia y en ese momento sentía unas ganas de conocer mas de paleontología, saber distinguir las diferentes especies y clases y así poder usar mas claramente los distintos fósiles. Si bien la mayoría que encontramos son los gasterópodos, los cuales son moluscos en su mayor parte acústicos y marinos. La concha de los gasterópodos, es de una sola pieza, y tiene la forma de un cono, que se suele enrollar en hélice alrededor de un eje en un cierto momento de vuelta, distinguiéndose la última vuelta del resto: que se denomina espina y termina en punta en el vértice. Que teórico me puse, al menos me sentía acompañado de un grupo de alumnas que me movían el marco de referencia con gran facilidad.
Al rato, cansados de recoger muestras, y ver correr un conejo, me senté‚ y medite, de alguna forma había comprobado mi argumento, la idea que había expresado en el salón de clases de que existían zonas donde se podía recoger a nivel de superficie fósiles, concordaba con la lectura del texto de Lucy; por otro lado, era cierto que el problema de ver era esencial no sólo para el paleontólogo o el Arqueólogo, sino fundamentalmente para el etnólogo, lo esencial en la práctica de campo era estar dispuesto a ver lo que uno quería ver, no porque se lo imagina, sino porque uno encuentra lo que busca. Eso me llevó a meditar en cómo las ciencias construyen sus andamiajes teóricos, paso a paso, construyendo respuestas, pero lo esencial era tener preguntas claras para poder encontrar respuestas; es como un “continum” de preguntas que permitieran construir respuestas y al menos en estos momentos, en medio de ese perdido desierto, era claro que se podían dar muchas respuestas, pero que se requería trabajar mas sobre nuevas preguntas referidas no sólo a las distintas especies de fósiles, sino que se requería pasar a nivel de clasificar lo que estábamos recogiendo y sobre todo, darle una explicación saber a que especies correspondían, a qué periodo pertenecían, sus nombres científicos, su tiempo histórico, etc.; creo que eso es lo más difícil de lograr, pero no era mi objetivo; en fin, después de todo era una buena práctica del ver, que era mi objetivo, mas que desarrollar la ciencia de la paleontología, me sentía contento, después de meses de estar en el encierro escribiendo sobre las notas de Sigüenza y tratando de entender el significado del calendario mesoamericano, salía a la aventura, un poco desorganizada, un poco a la fuerza ya que había dado mi palabra y sobre todo, había dado la idea de que los libros en muchas ocasiones, nos incitan a salir no sólo en forma de un paseo, sino para acercarnos a campos que uno no maneja porque no son los propios, pero aún así nos permiten comprender frases que se dicen y se aceptan sin ningún planteamiento critico; cuál es la veracidad, en dónde se puede descubrir lo real; así como los antiguos viajeros descubrieron sus mundos, en la vieja Etiopía localizan a "Lucy", y la lectura nos acerca a un campo desconocido para todos pero que a la vez nos permite corroborar las ideas que había expuesto: existen estructuras claramente diferenciadas no producto de la imaginación de gabinete, sino reales, tangibles que estaban ahí y que podíamos ver con nuestros propios ojos. Esto me llenaba de alegría, después de todo comprobaba que la actitud de un profesor debería de estar no sólo en la reflexión abstracta, sino en el acercamiento a una realidad que se encuentra presente frente a uno y que no hay que dejar pasar.
Después de todo era una simple comprobación de una idea lo que nos había llevado a regresar a ese miserable campo de fósiles en Puebla, en fin, después del cansancio de las pesadas horas de la manejada, recordaba esa sensación de soledad que es mi cotidianidad. Era agradable completar este regreso a la escuela acompañado de estudiantes, si bien tanto ellos como yo nos sentíamos ajenos, sumamente alejados del mundo; es curioso, pero la edad cronológica es importante para los procesos de aprendizaje después de todo: el mundo se desenvuelve de una manera que acerca momentáneamente a las personas y después las aleja de una forma inequívoca; me siento tan alejado de mis compañeros, ellos se acercan con la alegría de su juventud a lo nuevo, descubriendo todo, yo sólo puedo alegrarme de que confirmo lo que tiempo atrás había encontrado, es diferente la alegría. Cuántas cosas son‚ que eran novedosas para descubrir al poco tiempo que eran cosas ya sabidas; en fin, se puede profundizar, pero es difícil encontrar palabras para describir la sensación de alegría cuando uno descubre una nueva idea, como que el tiempo confirma que la cultura occidental son sólo pies de páginas de los clásicos griegos. La adultez implica no sólo distancias cronológicas, distancias que alejan a las generaciones unas de otras pero que marcan distancias. Ellos conservan la frescura de la recepción, están abiertos a nuevas inquietudes, a descubrir que existen la posibilidad de “descubrir” hechos nuevos en el mundo. Se vive en continuas transformaciones, existen pensamientos rígidos que impiden el conocimiento, pero lo valioso es que el hombre debe mantenerse en constante movimiento, no sólo física, sino mentalmente, así se transforman las abstracciones en momentos de felicidad de la empiria. Si no se convierte uno en un obstáculo epistemológico. Triste fin de las cronologías. me pregunto, cual es el sentido del ver, para la etnología es uno de sus mecanismos más valiosos. Siempre que lo observado sea transformado en un hecho social.